El primer día nos dirigiremos hacia el sur, entrando en las montañas del Medio Atlas. Nuestra primera parada será en Ifrane, una ciudad a más de 1.700 metros de altitud que sorprende por su arquitectura, con tejados inclinados poco comunes en Marruecos. Esta característica se debe a su clima frío, con abundantes lluvias y nevadas en invierno, lo que le ha valido el apodo de "la Suiza de Marruecos".

Continuaremos hacia el Parque Nacional de Ifrane, también conocido como el Bosque de los Cedros o Parque Nacional de los Monos. Este espacio protegido es hogar de una biodiversidad única y, en particular, del macaco de Berbería, el único primate autóctono al norte del Sáhara. Estas curiosas criaturas encuentran refugio en las ramas de los cedros centenarios, adaptándose a las bajas temperaturas de la región.

La ruta prosigue cruzando el Medio Atlas para descender hacia paisajes más áridos. A medida que nos acercamos al Valle del Ziz, el terreno se transforma en hamadas pedregosas, marcando la transición hacia el entorno desértico. En este tramo, pasaremos por Erfoud, conocida por su gran cantidad de fósiles, y continuaremos hasta Merzouga, la puerta de entrada al imponente Sáhara.

En Merzouga, iniciaremos una experiencia inolvidable: un paseo en dromedario (o en todoterreno, si lo preferís) hacia las dunas de Erg Chebbi, un impresionante mar de arena dorada. Durante un trayecto de unas dos horas, nos adentraremos en el corazón del desierto para llegar a un campamento de jaimas, donde seremos recibidos con el tradicional té bereber.

Al caer la noche, el cielo despejado del desierto nos regalará un espectáculo único: un firmamento lleno de estrellas, como difícilmente puede verse en otros lugares debido a la ausencia de contaminación lumínica. Tras disfrutar de esta experiencia mágica, cenaremos en el campamento y pasaremos la noche en tiendas tradicionales, decoradas al estilo nómada pero con todas las comodidades necesarias.